Las reglas son una parte natural y consustancial de la vida y una sociedad. Incluso en sus juegos más libres, los niños aceptan y crean reglas para jugar. Por eso, mantener ciertas pautas claras ayuda a los niños a aprender a manejarse en diferentes situaciones. Poner límites en la adolescencia proporciona el marco para que los adolescentes comprendan lo que se espera de ellos tanto dentro del hogar, como en la sociedad. Por lo general los padres entienden que las normas y los límites resultan un parte importante del aprendizaje vital que deben proporcionar a sus hijos, pero, a menudo, encuentra un desafío en el modo de establecer y mantener límites efectivos en la convivencia con adolescentes.
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Un padre no es un amigo, debe poner límites.
Los padres pueden abstenerse de poner límites en la adolescencia porque se sienten culpables, no quieren entrar en discusiones cuando los adolescentes objetan y buscan probar resquicios en las pautas establecidas. Pero los adolescentes necesitan reglas y límites para sentirse seguros y protegidos. A pesar de lo que pueda parecer, estas pautas son buenas para ellos. Al establecer límites, los padres enseñan a los niños habilidades importantes que los ayudarán a tener éxito en todas las áreas de la vida.
Todos los adolescentes emocionalmente sanos ponen a prueba los límites. Es algo normal que los niños hagan a medida que se desarrollan y, en realidad es algo bueno que lo hagan. Los problemas a menudo surgen cuando los padres no se sienten cómodos estableciendo límites en primer lugar o cuando los adolescentes no aprenden a negociar cambios en esos límites y se portan mal. Y los niños sin duda desarrollan diferentes formas de evaluar los límites.
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El papel de un padre
Parte del trabajo de los padres es enseñar a sus hijos a aceptar límites. Pero también que los padres asuman que sus hijos desafiarán y pondrán a prueba los límites de una manera saludable. Los padres a menudo se preguntan si este proceso de probar los límites terminará alguna vez. Pero el enfoque importante es que lo que sí debería preocuparnos es cualquier tipo de manipulación o intimidación que un hijo esté usando.
Cuando un hijo comienza a entrar en la adolescencia, a menudo comenzará a rebelarse contra los límites con más fuerza; lograr que los adolescentes escuchen es difícil porque no creen que los necesiten. Y los padres a menudo quieren que sus hijos comprendan su motivación. Pero hay que ser claros con esto: los padres no pueden buscar la validación de sus hijos.
Establecer límites no siempre es fácil o divertido, pero es una responsabilidad que solo un padre puede asumir y debe tener claro que lo hace para el ben de sus hijos. Algunos padres son demasiado rígidos con las reglas. Utilizan en exceso los límites y no desarrollan los roles de enseñanza y entrenamiento propios de los padres. En lugar de establecer límites, han asumido el papel de “castigador”. Y algunos padres no lo usan lo suficiente; simplemente no saben cómo trazar esa línea de manera efectiva. Por eso, si hay dudas o casos conflictivos es importante apoyarse en especialistas que nos puedan asesorar y ayudarnos a navegar entre esos dos extremos.
El cariño no está reñido con la autoridad por ello es necesario poner límites en la adolescencia.
Las reglas les enseñan a los niños la autodisciplina y les ayudan a aprender a tomar decisiones saludables. Es dudoso que consigamos que los adolescentes admitan que les gustan las reglas, pero si llegarán a reconocer que es útil saber qué se espera de ellos y cómo pueden, en última instancia, conseguir lo que quieren.
El desafío es saber cómo establecer y mantener límites. Hay algunas pautas importantes en este aspecto que pueden sernos útiles.
Mantener normas simples
Tener demasiadas reglas confunde a todos los involucrados. Nadie en la familia recordará todas las reglas y los padres no podrán hacerlas cumplir. Elegir reglas clave que deben seguirse también permite que puedan evolucionar a medida que el niño crece. Animando a los hijos a participar en la evolución de esas reglas, lo que puede aumentar el compromiso del adolescente de hacer lo que se espera.
Ser claros, concisos y positivos
Una regla con muchas capas y demasiados detalles es imposible de seguir para un niño. Hay que enunciar la regla con claridad y enmarcarla de manera positiva. El uso de un lenguaje positivo fomenta el aprendizaje y muestra a los niños lo que se quiere que hagan. El lenguaje negativo puede resultar castigador y no fomenta el cambio.
Ser consistentes
Las rutinas ayudan a establecer expectativas. Cuanto más aprenden los niños sobre las consecuencias (positivas o negativas) de sus acciones, más comprenden el impacto de sus comportamientos y más seguros se sienten al tener esa comprensión.
Refuerzo positivo
Cuando veamos que se muestran comportamientos que deseamos fomentar, debemos reconocérselo a nuestros hijos. No solo señalar los pasos en falso que cometen los niños, sino que se refuercen y reconozcan todas las cosas buenas que están haciendo.
Saber cuándo ser flexibles y ajustar las reglas según lo exijan las circunstancias y poner límites en la adolescencia.
En los meses festivos, puede haber momentos en los que el horario de toda la familia se altere, lo que hace imposible seguir las rutinas de las horas marcadas. Hay que dejar claro que se están haciendo adaptaciones especiales y que no se cambiarán las reglas para siempre.
¿Qué hacer si estoy pasando por una situación similar?
Si crees que necesitas ayuda a la hora de poner límites, busca ayuda. Si no sabes por dónde empezar, no dudes en contactar con nosotros, estaremos encantados de ayudarte.